viernes, 30 de mayo de 2008

Análisis de “la representación de las armas en las barriadas populares de Cali”

Análisis de “la representación de las armas en las barriadas populares de Cali”

Por: Antonella Pineda Diago
Cod. 2045137

“Los símbolos son significaciones colectivas a través de los cuales comunicamos a los otros nuestras ideas; también, merced a los símbolos, les expresamos lo que somos; al re-presentar los símbolos nos sentimos miembros de un grupo social (…) toda cultura está cargada de simbolismo.”[1] La violencia juvenil en los barrios populares de Cali, y su representación de las armas son producto de un contexto que ha permeado sus prácticas culturales, y que les permite pertenecer a un grupo donde son reconocidos como individuos y donde encuentran protección; de esa misma forma se establecen patrones lingüísticos diferenciadores, pero que expresan su sistema de valores y su universo simbólico.

En la conversación que se dio producto de la entrevista que se le realizó a dos pandilleros de barrios marginados de la ciudad de Cali emergieron recurrentemente en su lenguaje conceptos como “poder”, “fuerza”, “respeto”, “muerte”, los cuales se manifiestan implícitamente en frases como “nos vamos a dar duro”, que en su contexto significa un enfrentamiento entre pandillas donde habrá cruce de balas, y seguramente muertos, develando el modo de relacionarse consigo mismos y con el entorno, y los valores que entran en juego en esa interacción.

“Yo duermo hasta con mi arma, yo la meto debajo de mi almohada no soy capaz de soltarla porque Se que en cualquier momento me van a buscar y yo voy a responderles porque no me voy a quedar quieto”, “Sencillo, si no me entrega lo que tiene yo le pego su tiro en la cabeza y asi se queda”. Las anteriores son palabras de “El caballo”, uno de los pandilleros entrevistados, cuya edad es de 20 años, y a partir de ellas se puede hacer un análisis de las representaciones sociales que comparten estos jóvenes con su comunidad, teniendo en cuenta que éstas son las que “permiten a los individuos “orientarse en su entorno social y material y dominarlo”[2], esto se hace principalmente a través del lenguaje, y por ende es en él donde se puede identificar fácilmente su universo simbólico. En este caso se evidencia un juego de estatus y una organización jerárquica mediada por la fuerza y la violencia con el único fin de la supervivencia, reflejando el contexto socio- económico marginal en el cual han crecido estos jóvenes.

La violencia juvenil en los barrios populares de Santiago de Cali responde entonces a un entorno donde prevalece la injusticia social, altos niveles de pobreza, y una notable desprotección del estado en temas como salud, educación y recreación, y en esa misma medida sus habitantes construyen un universo simbólico, y por ende unos rasgos culturales que perfectamente pueden diferenciarse del resto de los caleños. La fuerza y el Poder por medio de las armas y de un lenguaje agresivo, una actitud en una constante postura defensiva, son elementos que definen el comportamiento de estos jóvenes pandilleros que deben buscar la forma de sobrevivir en un contexto hostil. Llevar como parte de la indumentaria diaria un arma, enfrentamientos de pandillas que se convierten prácticamente en rituales donde se define el rol de cada individuo dentro del grupo, y su estatus, son componentes culturales que los identifican y diferencian de los demás.

Para el ser humano es indispensable la cultura “esencialmente en la permutación del nacimiento, la consiguiente prolongada dependencia, hecho único entre los mamíferos, y que hace que la cultura sea directamente responsable de al configuración mental y psicológica de sus miembros”[3], en esta medida esos rasgos culturales son los que definen las representaciones sociales que se han asimilado los jóvenes palilleros y que van a adoptar sus futuras generaciones, dando lugar entonces a una violencia, agresividad, y resentimiento hacia la sociedad prolongado

Para entender este tipo de fenómenos es indispensable entonces comprender el contexto social, económico y cultural en el que están inmersos los sujetos, de esa manera se puede evaluar desde una perspectiva alejada de las prenociones y prejuicios. Haciendo este ejercicio, y entendiendo que son situaciones que nacen de las deficiencias del sistema, y que es prácticamente producto de una estructura social que se impone, se pueden proponer soluciones de base, bien sea desde la comunicación y la modificación de representaciones sociales dañinas, o desde otras disciplinas. Lo importante es comprender el fenómeno holísitcamente e intervenir las comunidades partiendo de investigaciones serias que abarquen su contexto macro y micro.
[1] PERINAT ADOLFO. Notas sueltas sobre signo, significado y símbolo 1997
[2] MOSCOVICI, 1969
[3] ANTHONY SAMPSON. Funciones y sentidos de la cultura

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